Creciendo gracias a los obstáculos.

Nosotros, seres de carne y hueso, impregnados de consciencia con la que nos damos cuenta tanto de lo aparente como de lo inapreciable, de todo aquello comprensible como de lo intangible; nosotros, seres humanos, somos complejos en nuestra totalidad.

Tenemos valores que rigen nuestro comportamiento, sistemas de creencias con las que juzgamos todo lo que percibimos. Emociones que nos hacen experimentar un abanico de estados de conciencia distintos.

Nosotros, seres humanos frágiles como la hierba abatida por el viento, pero fuertes e inamovibles debido al ego que gobierna nuestra personalidad; nosotros, aprendemos gracias a salvar obstáculos.

Nos caemos, nos levantamos, nos hieren, nos curamos, tenemos miedo, lo transformamos.

Somos camaleones en las circunstancias transformándonos en aquello que la necesidad demanda para sobrevivir, para mantenernos en la posición en la cual nos encontramos.

A veces ocurre que en algunas épocas de la vida decidimos estancarnos. Pasamos de relacionarnos con el mundo que nos rodea, no deseamos cambiar, decidimos no movernos muchas veces debido al cansancio existencial que supone no conseguir nunca aquello que nos proponemos o deseamos profundamente.

La profesión, los amigos, la familia, la pareja… siempre hay algo que falla, que no funciona, que no es como lo habíamos imaginado.

Las circunstancias cambian, nos empujan y nos vemos abocados hacia destinos desconocidos, aunque normalmente tenemos la percepción de ser los únicos que no cambian ante esta impermanencia. Es todo tan ilusorio.

Así nos encontramos, coloreando la realidad cambiante con nuestras expectativas e ilusiones y por eso la realidad nos golpea de manera pragmática en muchas ocasiones.

Desilusión tras desilusión, equivocación tras equivocación, problema inesperado tras circunstancia indeseada, al ser de carne y hueso, nos rompemos, nos rasgamos, nos hacemos daño… siempre nos duele algo.

Las preguntas sin respuestas se agolpan en nuestra mente con el paso de los años y llega un momento en el que uno, para reflexionar, necesita mirar atrás y llegar a alguna conclusión. Tomar conciencia del error en el que hemos vivido ya es un gran paso.

Si hace falta tiempo para darse cuenta de algo importante ¿Por qué tenemos tanta prisa?

Salvar obstáculos es el sentido oculto de la vida, la sal con la que sazonar las experiencias, el propósito con el que entender el paso del tiempo para no caer en desidia producida por la apatía y monotonía que produce, a veces, nuestro modo de vida de oferta y demanda.

Una tras otra aprendemos siempre a superar lo inesperado. A veces son circunstancias, otras traumas del pasado, pero de cualquier manera cada vez que las superamos vamos cambiando, pese a no ser completamente conscientes de ello.

El tiempo es nuestro mejor aliado. En algunos momentos él nos hará entender cómo hemos cambiado, cómo hemos madurado.

Existen límites a la sabiduría del ser humano, pero no por ello nos cansamos de buscarla. Nuestra complejidad es un hándicap y paralelamente, nuestra mayor virtud, la cual nos hace diferenciarnos del resto del reino animal. Su consecuencia es la consciencia de nosotros mismos. Gracias a esta complejidad hemos transformado la sociedad y por desgracia hemos destruido el planeta. Por esta complejidad impregnada de conciencia sentimos un corazón dentro de nosotros que manifiesta un universo de emociones que nos transportan a estados de todo tipo en el que el sentimiento de amar y ser amado prevalece por encima de las emociones más negativas o más oscuras del ser humano.

Quizás, uno de los mayores obstáculos que podemos salvar y sentirnos por ello empoderados y orgullosos, sea el trascender nuestro miedo para no estar siempre a la defensiva y por lo tanto, abrirnos a la experiencia y abrazar la contradicción.

El amor siempre ha curado el dolor.

Fotografías realizadas por Shima en sus viajes por el mundo.

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