Medita en Santosha en Febrero
Silencio, ruido, luces y olores… Así son nuestras ciudades.
En el ritmo vertiginoso de nuestra vida laboral, arrastrados por las múltiples responsabilidades podemos perdernos con facilidad.
Son en momentos de cúspide estresante, donde nos planteamos que necesitamos parar un poco, hacer alguna actividad que nos relaje.
Realmente lo que anhelamos es tener una mente en calma y adquirir la capacidad de poder sentirnos de una manera diferente a cómo nos sentimos.
Entonces, probamos un clase de Yoga o de Pilates, quizás, si somos más intrépidos, nos inclinamos por el Crossfit o la Halterofilia o mejor aún, por deportes con los que salir de la ciudad como hacer bicicleta o escalar montañas.
De cualquier manera, hagamos lo que hagamos, cuando volvemos a nuestro trepidante ritmo vital, volvemos a sentirnos al poco tiempo, que la inercia continúa absorviéndonos.
Un día, otro, una semana y así, a lo largo del tiempo.
Puede ser que en esos momentos oigas hablar de la meditación, del budismo, del Zen o del famoso Maindfullnes. Es momento de profundizar, de aprender a calmar la mente, a pacificarla. Pero claro, no nos esperábamos que teníamos que estudiar, comprender, analizar. Penetrar en una cultura totalmente distinta a la nuestra. Al fin y al cabo son filosofías y métodos muy antiguos; hacerlas nuestras no va a ser fácil.
Pero lo voy a intentar porque algo tengo que hacer con esta cabeza mía que no para de lanzar pensamientos, de crear diálogos internos sin fin, de llevarme de viaje por el mundo de los recuerdos constantemente o por la dimensión de mis proyecciones futuristas y todo lo que mi imaginación es capaz de crear.
Desgraciadamente, no solemos durar aprendiendo budismo, hinduismo o incluso Maindfullnes. ¿Por qué algo que le ha funcionado a tantas personas en el mundo no me funciona a mi?
La respuesta es muy sencilla. En primer lugar porque estamos acostumbrados a la inmediatez, la comodidad y a que todo tiene un precio. Esta filosofía es totalmente mercantilista, no es verdaderamente la realidad natural del aprendizaje. Por otra parte ocurre también que, no hemos comprendido verdaderamente cómo funciona la mente y cuál es el significado que existe detrás de nuestro impulso y necesidad de querer aprender a pacificarla.
Nuestra sociedad nos confunde con sus bombardeos sensorial constantes y continuos. Es difícil discriminar quiénes somos entre la amalgama de personajes que nos toca ser para cada situación social a la que nos tenemos que enfrentar. Entonces, amanece otro sentimiento de qué las cosas son como son y solo queda aceptarlas o quizás, tendríamos que decir, resignarnos.
Dentro del caos, más caos para descubrir si realmente existe una panacea con la que sentirme lleno conmigo mismo y si eso está fuera de mi o dentro de mi corazón, como parece que apuntan las mayorías de la terapias psicológicas o de crecimiento personal.
En un mundo donde todo está sobredimensionado para parecer algo distinto de lo que es, que resulte atractivo, que produzca emociones fuertes de apego o de aversión para vendernos sus productos, muchos de los cuales no necesitamos, ¿Cómo podemos aprender algo que verdaderamente nos emancipe de tanta dependencia superflua y a veces hasta frívola?
Aprendí con ayuda de mi maestro que uno enseña lo que es y no tanto lo que sabe. Los ejemplos, suelen tener mayor potencia de atención en un aprendizaje que la materia que se expone.
Este es uno de los hándicap que tiene aprender de un sistema filosófico asiático, que parece que para aprender tienes que irte a india o al tíbet para comprender profundamente la enseñanza o por otra parte, tienes que gastar ingentes cantidades de dinero todas las semanas en terapeutas, para que poco a poco te hagan vislumbrar que todo está dentro de ti y que por tal o cual factor, eres cómo eres.
La meditación es un arte y como tal tiene una técnica pero su ejecución es libre y se realiza con creatividad y amor.
Observar el mecanismo mental es observarnos a nosotros mismos. Identificarnos con nuestros roles es vivir los extremos del deseo o de la aversión. Concentrarse de manera unidireccional es acercarnos a nuestro espíritu. Aprender a mirar hacía dentro y no dejar que el mundo exterior durante un tiempo, no nos afecte, es dominio de nosotros mismos.
Yo no soy nadie especial, no soy un gurú, ni un lama, tampoco he viajado a la india, no estoy certificado en ninguna organización internacional de mindfulness, ni tan siquiera soy popular o influencer pero he vivido veinte años apartado de la sociedad y he experimentado el control del deseo y de la ira. Conozco el camino de la renuncia por propia experiencia. Tengo experiencia en permanecer en meditación y me he fundido con la naturaleza durante años. Estudié budismo tibetano y lo puse en práctica y he sacado mis propias conclusiones nacidas de mi propia experiencia. En estos momentos de mi vida soy profesor de meditación.
Si te interesa lo que cuento, ven a practicar y aprender meditación en Santosha en Valencia. Martes y jueves a las 21:00 a partir de Febrero.
Un saludo sincero y un buen día.