Aunque mi dedicación desde los diecisiete años es la meditación, entre otras disciplinas como tú  ya sabes, la música electrónica me ha acompañado desde mis trece años y quizás este dato sí sea nuevo para ti.

Antes de que la «ruta del Bakalao» se denominara así, yo ya conocía de primera mano sus locales que pasarían a formar parte de leyendas urbanas en toda España. Lo que ocurrió es  que a mis diecisiete años conocí a mi maestro y a los diecinueve años desaparecí de la sociedad para convertirme en un practicante serio de la vía del samurái y de la búsqueda de la iluminación. A lo mejor te parece que soy demasiado grandilocuente pero nada más lejos de la realidad. Viví veinte años en la montaña perfeccionando mi arte y transformándome a mí mismo. Te dejo un enlace de mi la novela que cuenta la historia por si quieres saber más. https://www.amazon.es/Karma-rayito-luz-en-oscuridad-ebook/dp/B07JQ57T47

Pero me estoy yendo por la ramas, jajajaja. Lo siento.

He hecho esta introducción un tanto apartada del tema en cuestión , porque en muchísimas ocasiones las personas que me conocen como profesor de meditación o en mi época de ermitaño en las montañas (en la que la disciplina era férrea y constante durante tantos años) les ha sorprendido que fuera un apasionado de la música techno y más aún, que me encantara mezclarla y hacer sesiones por puro disfrute.

Así que por este motivo y por tener en mi Ivoox unas cuantas sesiones que he mezclado desde el confinamiento, voy a compartir contigo  como se puede ser un profesor de meditación serio y además, ser un ser humano con distintas inclinaciones semejantes a las de cualquier ser humano.  Al final, descubres que todo son etiquetas y juicios de valor que nos apartan de vivir la vida en su máxima expresión por no ver las cosas tal y cómo son en realidad.

Supongo que cada uno tiene unas virtudes y unos talentos innatos. Uno de mis talentos son el oído fino  y el ritmo, (supongo que me vendrá por parte de mi madre que es gitana).

No he estudiado música pero siempre se me dio bien tocar la percusión y el didgerido.

Quizás, por estos motivos, cuando iba a la discoteca de joven, las mezclas de los DJ se grabaron en mi mente, hasta tal punto, que habiendo olvidado mi infancia en las ciudades, los temas, artistas e incluso mezclas favoritas, jamás las he olvidado.

Comento esto porque en mi montaña no volví a escuchar electrónica nunca más. Por un lado los entrenamientos y prácticas siempre se realizaban sin música y por otra parte  mi desconexión del mundo fue total, así que he estado veinte años en los que me perdí la evolución del techno.

Ha sido a partir de mis cuarenta años, volviendo al mundo social y «civilizado»  que he recuperado el tiempo perdido en este sentido.

Obviamente, no voy a discotecas porque no me apetecen lo más mínimo las aglomeraciones (aunque reconozco que volví a  Spoock Factori hace dos años, después de más de treinta  sin pasar por Pinedo) pero me he vuelto un entusiasta de los distintos estilos musicales electrónicos que han surgido desde entonces.

 Desde el  confinamiento  me he dedicado a producir podcast informativos para empresas y entonces surgió la idea de hacer sesiones con toda esa nueva música que existe hoy en día, como pasatiempo entre un trabajo radiofónico y otro.

La música que se produce hoy en día esta muy lejos de los temas de mi época en el que la tecnología era muy limitada. En estos tiempos  es un placer escuchar  los sonidos que crean las máquinas y las composiciones que realizan los virtuosos de este gremio.

Llevar tantos años meditando me ha transformado por completo, de eso estoy convencido. Empezar tan joven y con la guía de un maestro muy cualificado y además, una buena persona a todos los niveles, me ha dado la oportunidad de conocer este arte en profundidad.

Cuando meditas de manera cotidiana  ya sabes qué hacer para que tu  mente cambie de estado de consciencia. Ya se ha vuelto natural el mecanismo de introspección y uno sabe «ser como un planta». La mente  manifiesta pocas impresiones y las sensaciones físicas desaparecen casi por completo al rato de estar sentado.

Todo esto nos ayuda a ver nuestra vida cotidiana desde un lugar diferente a como nos  enseñaron de pequeños, y también a como la sociedad dicta sus normas y  leyes. Las cosas no son como parecen ser y de la manera en la que nos han enseñado.

En este sentido, la meditación nos libera de estas maneras de aprender del pasado y nos muestra un nuevo camino: nuestra propia intuición no nos engaña. Vamos dándole potestad a lo que sentimos más que a lo que pensamos, nos damos cuenta de que la razón y la intuición tienen  que estar en equilibrio. Todo esto redunda en una visión de la vida y de nosotros mismos diferente, más fresca y menos limitada.

Quizás, sea por todos estos motivos que no siento tanta diferencia entre haber sido de una manera o de otra. No hay dicotomía entre haber vivido apartado en una montaña y llevar unos años viviendo en las ciudades, haber sido instructor de buceo recreativo o pladurista, teniendo una profesión desde hace años que no tiene nada que ver con este tipo de trabajos.

En definitiva, no hay dicotomía  en hacer todo aquello que te hace feliz, que te hace vibrar e incluso que te enseña cosas nuevas y te pone en la posición de alumno. Verdaderamente para mí eso es algo que no debería parar de sucedernos a lo largo de nuestra vida, por buenos que seamos haciendo cualquier tipo de trabajo o de disciplina. La vida es un intento constante y una experiencia continua.

El tiempo va pasando y este jovenzuelo ya no lo es tanto y me ha tocado ir a la óptica a que me hagan unas gafas porque la presbicia se ha manifestado en mis nervios ópticos.

Cuando me hizo mi chica esta foto en la tienda, no pude evitar recordar nuestro querido logotipo más famoso de Valencia, el cabezón del A.C.T.V mi discoteca favorita de la infancia jajajaja. ¿Se parece o no se parece?

He tenido que hacerme gafas porque al trabajar con el ordenador para hacer los podcast y las sesiones de música electrónica  en mis ratos libres, comencé a tener unos dolores de cabeza muy majos que me hicieron darme cuenta de que los casi cincuenta años que tengo por algún sitio se tienen que notar.

Esto no ha mermado mis ganas de seguir  creando espacios sonoros, como los podcast que estrenaremos en Octubre Shima y yo, o las sesiones de música que  particularmente uso para entrenar calistenia , para escuchar de camino a algún sitio en el coche y espero que en algún momento, en el chalet de algún amigo que tenga un equipo de música que le haga justicia a  estas poderosas atmósferas que  creo en mi mente y que plasmo en el ordenador.

Me encanta la música de todo tipo. Me gustan todos los géneros musicales a excepción de las rumbas y el reggaetón.  Hago sesiones de mantras de todo el mundo para escribir o hacer prácticas de flexibilidad, sesiones de música para hacerle masajes a mi compañera, incluso sesiones mezcladas de canciones que me gustan de spoty  para escucharlas  mezcladas y que me hagan sonreír. En definitiva, soy un apasionado de la música y dejo que me acompañe en muchos momentos de mi día a día.

Paradójicamente, soy también un amante del silencio. Me encanta escuchar  mi mente cuando he tenido un día largo y hago un parón entre pensamiento y pensamiento  escuchando  la nada de mi cabeza. Me deleito con los sonidos típicos de mi vecindario, los niños, las cisternas y cosas por el estilo. Son sonidos que llenan el silencio de mi casa cuando sencillamente estoy en quietud, contemplando el tiempo pasar, cosa que hago bastante a menudo aunque cueste de creer.

Crear atmósferas sonoras que transporten la atención hacia otro espacio más allá de lo cotidiano es algo que me estimula mucho.

Así es como yo disfruto de estar siendo en diferentes momentos cosas distintas: el meditador introspectivo, profundo y existencialista, el energético creativo hacedor de proyectos con los que mi imaginación se estimula constantemente, el personaje social que se relaciona con sus amigos y se impregna de ellos como ellos se impregnan de mí, el adolescente al que le encantan los ritmos tribales como el techno, las gominolas y reírse a carcajadas piensen lo que piensen los demás, el anciano al que le gusta escribir sus pensamientos y reflexionar sobre su vida, y tantos personajes que todos llevamos por dentro y que  solemos reprimir por el qué dirán o porque las convenciones sociales dictan lo que debe de ser «normal» y lo que no. 

Así que ahí te dejo Techno Inefable por si tu adolescente quiere flipar un rato.

Gracias por leerme. Te quiero.

Aquí tienes el enlace de Ivoxx donde encontraras los cuatro programas que tengo.

La revelación de los tiempos modernos. PensAciertos recitados. Poco a poco pero ¡ya! y Techno Inefable.

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