Un día sin móviles, desconectados de la conectividad,

intrépidos por navegar sin miedo por el caos

de este mundo inmenso, 

donde nadie escapa a la sobreinformación

pero yo te miro y sonrió ofreciéndote mi corazón.

Un día sin móviles,

con el botón de molestar programado,

con el emoticono del avión remarcado,

sin apenas batería y en silencio, arrinconados,

olvidados en los cajones de la mesita,

de nuestro piso, donde va a ocurrir algo.

Veinticuatro horas de estar con nosotros, sin vosotros, 

ni para vosotros, solo nosotros, por nosotros,

el mundo continúa girando, pero

el big bang comienza en nuestra habitación.

 

Un día sin móviles,

en los que la mente se libera,

la espera da paso al presente,

el presente nos presenta el ahora,

y ahí estamos nosotros,

omnipresentes, pero desnudos mejor,

como animales salvajes en nuestro piso,

con ganas de vivir algo real y auténtico 

creando nuestra propia civilización.

Sin saber que pasa en este sistema loco y desenfrenado

donde la razón hace ya tiempo que se perdió

y los sentimientos fríos se quedaron, también sin corazón.

El mundo va tan deprisa que la velocidad misma desapareció,

convirtiendo el mundo en una caricatura sin olor, sin color.

Un día sin móviles, 

con la determinación de salir del bucle

del debo, tengo, sé, yo soy…

del no saber, no poder, no querer…

Ni imaginar tan siquiera otra opción.

¡No pensamos salir de nuestra habitación!

Sin expectativas, pero con muchas ganas 

de sentirnos sin capas, ni ropas, ni desilusión,

tan solo unir nuestro fuego y

prenderle fuego a la finca donde está nuestra habitación.

Un día sin móviles,

bendita bendición.

Tan solo es una cuestión de decisión,

de valorar otra cosa que no sea pura información, 

mensajes repetitivos sin alma, sentimientos, ni reflexión.

¿Dónde estamos nosotros, dónde queda nuestra conexión?

En un mundo donde todo es mentira, hoy, se acabó.

 

Un día sin móviles, 

solo cuerpo, aliento y sudor…

Metidos entre las manta, aunque sea medio día, 

de noche, o en el ocaso, sin ningún tipo de estupor.

Hoy, solo importa aquello que me digas con el rubor

de tus mejillas encendidas, con el aliento jadeante de tu voz.

 

Hoy que no hay móviles en nuestra mente,

ni en el presente, durante veinticuatro horas

tan solo vamos hacer el amor, sí, el amor,

por todas partes y de todas las maneras, 

como tan solo nosotros sabemos hacerlo, 

sin necesidad de maestros, ni del tantra superior.

 

Entrelazados entre las mantas, 

el brillo de tus ojos relampaguea en la habitación,

con las persianas bajadas, la luz tenue

danzando con los cuerpos,

sudado y ciego estoy.

Apenas puedo encontrar el vaso de agua

con el que hidratar mi voz

secada por respirar por la boca,

porque la nariz por falta de aire se me secó.

 

Tu cuerpo se resbala por entre mis manos,

mis manos arrugadas porque tu cuerpo

no para de emitir calor.

Sobran las mantas, las sábanas y hasta la mismísima habitación.

¿Qué hora es? No importa en absoluto porque hoy es un día

en el que sin móviles estamos viviendo como dios.

 

La deshidratación hace mella en nuestros cuerpos.

El hambre hace su aparición en forma de sensación.

Es momento de cambiar de escenario y caminar desnudos 

hacia el pasillo, dirección al comedor,

allá a la  izquierda, la cocina hace su aparición.

No perdamos tiempo en comer de caliente 

que calientes ya estamos, mi amor.

 

Una ensalada, un poco de jamón, una cerveza bien fría

o abrimos el vino ése, que tanto nos gustó.

Un poco de risas y miradas que hablan por sí mismas

sobre lo que es el gozo y la pasión.

 

Sin móviles el mundo no existe,

el tiempo es una ilusión.

Tampoco amanece  la distracción,

el mareo de los contactos, los líos de la gente…

La vida está en nuestras manos

como las curvas de tu cuerpo

me hacen perder la razón.

 

El sol avanza por el horizonte 

perdiéndose caprichoso,

conquistado por el ocaso que le susurra.

¡Hay una pareja que ha pasado del tiempo,

sin móviles y sin información!

Y con ello, han conquistado el tiempo,

el espacio y cada rincón de su corazón.

 

Allá van para siempre creando un linaje

de seres libres de la tecnología 

que un día al ser humano apresó,

en una cárcel de conocimiento 

el cual no le sirvió 

para ser feliz, ni para pasar 

veinticuatro horas en una habitación.

 

Shima y Dargye han roto la maldición.

 

Pasa un día sin móviles y haciendo el amor,

cambiarás el mundo y con ello

tu percepción.

Pásalo de boca en boca,

si las besas mejor,

que falta mucho amor en el mundo,

conciencia, compasión 

 

y también,

hacer sexo con amor.



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